Es un hecho que la mujer llegó para quedarse en el mundo de la aviación, no sólo en un país concreto, sino en todo el mundo y, a todas ellas, aunque todavía no se les esté haciendo amplia y debida justicia quisiéramos con unas humildes líneas expresar nuestro más profundo reconocimiento por su profesionalismo y compromiso en todas las ramas de la aviación donde tienen destacada presencia.
Con la vista puesta en el Día de la Mujer se nos ocurrió comprobar cuál era la situación de la presencia femenina en nuestra organización, Asociación Española de Psicología de la aviación, y gratamente sorprendidos comprobamos lo que el título proclama: 57% DE MUJERES EN AEPA. No es que fuera una gran sorpresa porque la Psicología arrastra un altísimo porcentaje de profesionales mujeres, pero sí de que tantas colegas se hubieran decantado por este segmento laboral de la sociedad ya que injustamente la aviación tradicionalmente se ha considerado globalmente un “mundo de hombres”.
Afortunadamente bastantes pioneras en los distintos campos se han ido encargando de derribar los muros, que el simple hecho del sexo les imponía, para que generaciones futuras tuvieran más oportunidades.
Cuando hablamos de mujeres en aviación parece que nos circunscribimos a mujeres como pilotos y lamentablemente parece haber coincidencia de fuentes en considerar que hoy en día todavía se mantiene solo un porcentaje del 3% de presencia femenina en las cabinas de pilotaje. Y no es porque no estuvieran allí ellas desde el principio, solo hay que recordar, sin ánimo de hacer un exhaustivo recorrido histórico, a las siguientes grandes mujeres de la historia aeronáutica[1]:
Harriet Quimby primera mujer estadounidense en obtener una licencia de piloto en 1911.
Las hermanas Katherine y Marjorie Stinson, que no solo volaron ellas sino que fueron instructoras de pilotos norteamericanos y canadienses en la Primera Guerra Mundial, dando su familia el nombre a una fábrica de aviones. Stinson.
La famosa Amelia Eackhart, protagonista de libros y películas sobre su extraordinaria vida aeronáutica, tiene un hueco propio en la historia de la aviación donde culminó diversos records y en 1927 fue considerada la mejor piloto del mundo.
Hanna Reitsch, otra famosa entre las famosas, independientemente de su ideología, la década de los 30 está llena de sus éxitos en aviones de motor y en planeadores. En Alemania fue piloto de pruebas y primera mujer piloto de helicóptero.
Pero aquí no se termina la larga lista de pioneras de la aviación, podemos mencionar a las eternas “rivales” Florence Lowe “Pancho” Barnes y Jackie Cochrane, entre otras muchas. Esta última fue la primera mujer en volar un bombardero a través del Atlántico durante la Segunda Guerra Mundial, o de superar Mach 2.0, entre otras hazañas.
No deberíamos olvidar a las soviéticas Lídiya Litviak quien aparece en el Libro Guinness como la mujer con más derribos de la historia de la aviación militar en guerra y Nadia Popova quien junto a otras compañeras piloto fueron llamadas “Las brujas de la noche” por sus arriesgadas operaciones nocturnas de bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero si nos circunscribimos a España Mari Pepa Colomer merece una mención especial, siendo la primera mujer piloto en la aviación española, obteniendo su carné en 1931, con 18 años de edad. Durante la Guerra Civil, Mari Pepa fue reclutada por su experiencia en vuelo para formar a pilotos militares y participando ella misma en misiones y operaciones bélicas de propaganda. Un recuerdo también especial merece Bettina Inés Kadner, la que fuera primera mujer en España que en 1969 y a los 22 años, pilotara un avión de pasajeros, siendo también aquí la primera mujer comandante en 1998 y segunda de Europa.
Y cerrando el círculo de este breve recordatorio de la mujer pionera como piloto de aviación ya en nuestro tiempo debemos nombrar a Rosa María Malea que se convirtió en el año 2007 y con 26 años, en la primera mujer piloto de caza del Ejército del Aire Español y Rocío Gonzalez Torres graduada en 2008 en la Escuela de Caza y Ataque de Talavera con el número 1 de su promoción. A las cuales han seguido muy dignamente otras más.
Y como en todas las reseñas bibliográficas se hace justicia a unos pocos y se comete el pecado de omisión a muchos más, esos numerosísimos desconocidos personajes que desde el silencio ayudan a construir la historia. Y ahí han estado siempre las mujeres en aviación.
Pero como decíamos más arriba, no queremos circunscribirnos a mujeres como pilotos, hay varios otros segmentos del medio aeronáutico en donde su presencia es trascendental. Veámoslo.
Uno de los pilares fundamentales de una actividad aérea segura, regular, eficaz y económica, es el control de la circulación aérea. Según USCA, sindicato de controladores aéreos, las mujeres suponen un tercio de la plantilla de controladores aéreos en la actualidad (30,5%), similar al resto de la ocupación de la mujer en el sector aeronáutico. Barajándose la idea de que esta situación de predominancia masculina en el Control es porque la profesión de controlador aéreo en España estuvo ligada en origen al Ejército del Aire. Los datos se dieron a conocer en la IV Jornada Internacional de Mujer y Aeronáutica que se celebró en Madrid en junio de 2017, organizada por la revista especializada FlyNews. Los datos se incluyeron en el estudio “Empleo real de las mujeres en el sector aeronáutico”, elaborado por la revista y el Grupo Aeropress Comunicación, con información facilitada por empresas pertenecientes a TEDAE, la Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Aeronáutica y Espacio, el Ministerio de Defensa y las empresas públicas AENA, ENAIRE y AESA.
En dicha Jornada se destacó que las mujeres siguen teniendo “un techo de cristal” a pesar de que desarrollan su trabajo con la misma profesionalidad e ilusión que los hombres. Extremo sobre el que no creo exista la menor duda.
Los actualmente denominados Tripulantes de Cabina de Pasajeros (TCP) forman otro de los sectores laborales significativos y, por lo tanto, generalmente conocidos, posiblemente con deficiencias en su valoración. Solo vemos de ellos una imagen distorsionada por lo más evidente de su trabajo, la atención al pasajero en vuelo, pero desconociendo la necesidad de su trabajo para cumplir con una misión crítica a bordo: velar por la seguridad de los pasajeros, y ayudar a evacuar la aeronave de una manera rápida y segura si se presentase una emergencia que así lo requiriese.
Este es un colectivo en donde, en contra de lo habitual, predominan las mujeres pero que tiene su explicación histórica.
En los primeros albores de la aviación, allá por los años veinte, la compañía inglesa Imperial Airways llevaba en las cabinas de pasajeros de sus aviones lo que se conocía como “cabin boys”, auxiliares de vuelo masculinos hasta que una tal Ellen Church, enfermera, convenció a la compañía Boeing Air Transport de que “las enfermeras podrían ser la tripulación auxiliar más idónea, ya que en caso de incapacitación de alguien a bordo, podrían prestar las atenciones médicas más apropiadas, así como la mejor asistencia a los pasajeros en caso de mareo o miedo a volar”. Abriendo la puerta a que se estableciera esta idea en todas las compañías aéreas. El requisito de tener un título de enfermería se relajó al comienzo de la Segunda Guerra Mundial y así se fueron contratando mujeres con otro tipo de requerimientos.
En España, el 22 de septiembre de 1946, despegó del aeropuerto de Madrid-Barajas un Douglas DC-4 de Iberia, con destino a Buenos Aires. Se cruzaba por primera vez el Atlántico en un interminable vuelo de 36 horas con varias escalas. Y también fue la primera vez que volaron azafatas, ya que hasta entonces no existía dicha figura.
Aeroviarias, aeromozas, provisadoras, mayordomas, azafatas así fue evolucionando su nombre en el tiempo hasta que, como diría alguien, llegó el tan descriptivo pero poco romántico “Tripulante de Cabina de Pasajeros” (TCP), pero siempre, bajo el nombre que sea, llenando la industria del transporte aéreo de su bien hacer, heroico y/o vital en determinadas ocasiones.
Para terminar este breve apunte, no quisiera quedarme con lo puramente anecdótico. Si ampliamos nuestra visión a la industria aeronáutica en general la presencia profesional de la mujer, no es muy diferente al resto de sectores laborales en España. Especialmente en los puestos directivos. Y entre las posibles causas que tratan de explicar este déficit de mujeres en las organizaciones aeronáuticas recordemos las razones culturales que apuntábamos anteriormente de predominio masculino en el medio aéreo. Aunque la tendencia natural es que se equilibre esta diferencia entre géneros también en las altas esferas directivas, máxime cuando la mujer demuestra día a día su gran capacidad en todos los campos en los que desarrolla su actividad sea aeronáutico o de cualquier otra especialidad.
Y ahora sí. Concluir este sencillo homenaje en el Día de la Mujer, que desearíamos fueran todos y cada uno de los día del año, congratulándonos desde AEPA de que entre nosotros haya tantas voces femeninas trabajando en la promoción de la seguridad operacional y de la salud de todos aquellos que se desenvuelven en la aviación: pilotos, controladores, tripulantes de cabina de pasajeros, despachadores, etc., y, por supuesto, de los pasajeros. Y para muestra valga un botón. En los veinte años de existencia de nuestra Asociación de los tres Presidentes que hemos tenido dos mujeres.
A todas nuestras colegas con todo respeto y afecto.
Salvador Tomás Rubio
Vicepresidente AEPA (Asociación Española Psicología de la Aviación)
[1] Datos extraídos de Sanchez-Horneros, Jose. (2015). LA MUJER EN LA AVIACIÓN, UN RECORRIDO HISTÓRICO HASTA NUESTROS DÍAS. Revista Hispaviación.